martes, 27 de marzo de 2012

TUS OJOS

Tus ojos son una provincia del misterio,
famosa por sus flores y sus amaneceres,
anhelada por peregrinos que imploran la certeza
de que la vida sigue a pesar de todo.
En el centro del cielo estrellado están tus ojos,
cernidos sobre las víctimas del naufragio,
guiando la supervivencia hacia la vida.
Y yo, que apenas sé del mar,
me siento, sin embargo,
capaz de deshacer el tiempo y la distancia
tan sólo para verlos y ser visto

por vos.

NO SEPAS

Mis ojos no los mires
Hay lo que dicen y no quiero que lo sepas
Más allá hay la vida verdadera, el mundo para que te distraigas
El tumulto de la sangre
La solidez del sufrimiento
Más allá los amaneceres y las mariposas
Los colores del arcoiris
Las nubes descubriendo el cielo cielo
Te doy todo eso
Todo
De veras todo
Pero mis ojos no los mires
No quiero que lo sepas

lunes, 26 de marzo de 2012

PERRO SOLO

Insiste su jadeo blanco. Insiste
también la lluvia, gota sobre gota.
La sangre, tibia, lenta y firme brota
del cuerpo que tirita y que resiste.

Los ojos: quietos: ímpetu que embiste
profundo pero débil la remota
paciencia de la noche que lo azota.
Espera, malheridamente triste.

Pero cuando las manos de quien pasa
lo quieren ayudar luce orgulloso
colmillos y gruñidos, su armadura.

Sola otra vez la calle en que fracasa
su espera, su jadeo tembloroso
late en la arrepentida dentadura.

viernes, 23 de marzo de 2012

CHAT


No sé si nombrar la última porción de las horas muertas de la tarde, o esa escena de los dos bajo los escritorios que imaginaba y nunca sucederá, o el cielo aborrascado en la ventana. Mi estado del Skype decía “La revolución quedó en venir, pero con la hora que es y lo feo que está el tiempo…” y se lo hice notar. Creo que fue entonces que ella me preguntó qué día de la semana era para mí el mejor para la revolución. Yo le dije que el viernes. No sospechaba lo que me diría al rato, que la gente suele mencionar el día de la semana en que nació como el mejor para algo grande, para un evento importante de veras, y que justamente un viernes me tocó nacer. Lo dije convencido de que el viernes tiene esa cosa de final, de límite, y es a la vez alegre. Después le señalé de dónde creía que me venía la imagen. Fue porque recordé un poema de Beckett:

imagina si esto
si un día esto
un día feliz
imagina
si un día
un día feliz esto
se acabara
imagina

Todo eso me hizo acordar, y se lo dije también, a lo que Pablo Díaz decía en una entrevista. Esa escena en la que él salía con un compañero, quizás uno de los que no tuvo como él la fortuna de sobrevivir a la Noche de los lápices, de la villa de emergencia en la que daban clases de apoyo. Esa escena en la que el otro se volvía hacia él y le decía llorando “cuándo, cuándo vamos a poder cambiar todo esto”. Yo le hablaba a ella de esa anécdota, de ese sentimiento de que la responsabilidad por lo que al otro le pasa se había perdido. Ella me detuvo con mis palabras. “¿Te parece hablar de estas cosas con la hora que es y lo feo que está el tiempo?”

martes, 6 de marzo de 2012

DÍA DE SEMANA

Es como un frío. Leve pero persistente. Llega cuando no estás, cuando no estoy, cuando no estamos. Frente a esta computadora en la que trabajo, frente a tu ausencia del otro lado para decírtelo. Y ya no sé si toda la ternura que me desborda en ese rato te la daría de tenerte conmigo. Si esas ganas de acariciarte y abrazarte, de borrar la distancia entre nuestros cuerpos, persistirían si en ese mismo instante alguna magia me llevara a tu lado, a la intimidad de lo solamente nuestro. Porque ese "si" es de la imaginación, no de esta realidad de mis manos al teclado y mis ojos en el monitor, de esta especie de frío que se disolverá en la rutina y la distracción del trabajo, de estas horas que me llevarán a un colectivo que me llevará a casa, donde el peso de las horas pasadas torcerá mis reacciones, y el deseo de tranquilidad y el capricho de una realidad que me desconozca soterrarán al amor, lo recubrirán de fastidio y de reproche, y una invisible lucha devolverá el sentido a esas últimas horas de vigilia, para que no se hundan en el barro de la discusión y el disgusto, nos enorgullezca la meta alcanzada cada día y reconozcamos a los que fuimos el primer día en los que somos hoy.