sábado, 7 de junio de 2014

MARCAS EN UN LIBRO

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Si Borges hubiera escrito novelas juveniles éstas quizás formarían una colección o una saga aglutinada bajo el nombre de “Aventuras en la biblioteca”. El contrafáctico anterior es claramente un desatino, Borges odiaba el género como se sabe, pero sí es cierto que para Borges la aventura podía no tener nada que ver con los caminos y el viaje, que no sólo el universo podía existir “bajo la especie de una biblioteca”, que también un libro en un estante, o incluso un volumen comprado a un vendedor puerta a puerta de biblias, podían ser ocasión de la aventura y motivar el horror o asolar este mundo. La premura por leer un libro podía en su literatura dejar a un hombre al borde de la muerte y así también un hombre que lee solo podía ser percibido por otros como un desafío. Todo esto que digo no tiene más sentido que prologar una anécdota sobre un libro en un estante de biblioteca y las consecuencias que se derivan de algunas marcas en él.


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Hace un par de años, mirando un estante de la biblioteca de casa, se me dio por sacar dos libros para verlos. Uno era de Berceo, el otro de Garcilaso. Ambos fueron comprados usados por unos pocos pesos; uno por Yanel, el otro por mí. Pero, más allá de las semejanzas, una diferencia se hacía notar. Una línea negra, de unos seis milímetros de grosor por seis centímetros de largo, cruzaba horizontalmente la cubierta del libro de Garcilaso justo debajo de las palabras

EDICIÓN Y NOTAS DE.

Tuve un presentimiento, quizás guiado por la regularidad de la línea, y abrí el libro. En la portada, sobre las palabras

ESPASA-CALPE,S. A.
MADRID
1935,

una línea similar a la otra surcaba la página. Avancé hasta el final de la “Introducción”. Una tercera línea, semejante en grosor aunque un poco más corta, ocupaba el lugar en el que debería haberse podido leer una firma.




3

Le mostré el libro a Yanel. Compartimos la intriga. Decidimos googlear la edición. Encontramos un ejemplar, creo que en MercadoLibre. En la imagen de muestra se podía ver la cubierta con lo que en nuestro ejemplar estaba tachado. La edición, las notas y la introducción eran de Tomás Navarro Tomás. Googleamos a su vez este nombre. Entonces supimos que fue un intelectual republicano (filólogo, bibliotecario y lingüista), que tuvo que exiliarse tras la Guerra Civil Española, y que su nombre fue tachado por el franquismo de los libros en los que aparecía.


4

Hasta acá la anécdota. No sé las peripecias que el ejemplar atravesó desde la época de la II República hasta nuestros días. Es evidente que los turbulentos vaivenes de la historia dejaron en el volumen su modesta marca. Por un lado, el libro es parte de un proyecto en el cual al menos un intelectual partidario de la II República se involucró activamente. Por otro lado, el libro sobrevive, como seguro emblema de algo que el franquismo quiso conservar, si bien no escapó de la mutilación que registro en este texto. Pero el libro también viaja y llega a nuestro país, y un día lo encuentro en un puesto de libros usados y lo compro, sin sospechar lo que encontraría después.


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Hay algo más. La imagen en internet era la de un ejemplar sin tachaduras. Algo que ignoramos dictó diferentes suertes para cada ejemplar. Internet magnifica este dato. Si nos remontamos a la fecha en que la tinta ocultó el nombre de Tomás Navarro Tomás, quizás la escena se parezca a aquella en la que perseguí las tachaduras pero con una diferencia clave: el sentido de las mismas debía resultar transparente por las circunstancias históricas. Pero hay también una diferencia a nuestro favor. Lo que para los contemporáneos a la tachadura era una sinécdoque del franquismo y el borramiento de un nombre republicano no hubiese sido para mí más que un dato momentáneamente irrecuperable y quizás una indagación abortada si la internet no me asistía. Semejante a los raros héroes que nombrábamos al principio, para los que la aventura y la biblioteca no se oponen, me fue concedido desentrañar las modestas huellas que dejó la Historia en las páginas de un libro sin salir de casa.

TÁNDEM: BANSKY + CASTELNUOVO


La neutralidad es una ilusión o una argucia que jamás admite la realidad. Quien no contribuye a apagar el fuego de un incendio, automáticamente, contribuye a su propagación. Y el que no combate la guerra, trabaja, sin trabajar, en contra de la paz.

P...


Sabe que ese tejido que deshace de noche es la materia del olvido. Que la vuelta al ovillo es la anulación del tiempo, más allá de la respiración cercana del niño que crece con la espera. Para dormir ella precisa recorrer la habitación, tantear casi cada objeto. Como si la distancia fuera también un tejido, y antes de que el día vuelva a nacer y sus manos a la labor el tiempo ya hubiese pasado, deshecho entre sus dedos, y allí estuviese Odiseo, por fin.

POEMA TRISTE

El sentimiento de ese abrazo que no llega.
El frío.
¿Ante quién llorar?
¿Quién va a cuidarme ahora?
Si soy el niño desnudo en la esquina de la lluvia
¿a quién decírselo?
Estoy sentado en mi cama. Me abrazo las rodillas.
¿Adónde llevar este dolor?
¿A qué esperanza aferrarme?
Hoy más que nunca.
Tan frágil. Tan frágil. Tan frágil.

ASCENSOR

Estás ahora ahí, esperando. Te sentás y por suerte el frío de la pared del ascensor no te atraviesa la ropa. Hasta hace unos instantes el mundo era como una máquina, un engranaje movía al otro y de pronto ya no estabas en la ducha sino en tu cuarto, revisando una vez más la dirección y la hora. "Tomás", te va a decir ella cuando llame porque todavía no llegaste, "¿qué pasó esta vez?". Porque si acaso ahora el mundo todavía es una máquina, algo se desprendió y está frenando el curso normal de su funcionamiento. Estás entre dos pisos, nunca terminaste de bajar y el panorama de una espera larga te derribó contra la pared sobre la que descansa tu espalda. Te decís "no, voy a pararme un rato si no después me va a doler todo". ¿Qué hace alguien esperando solo en un ascensor parado? Probás de caminar un poco pero a los primeros pasos te encontrás con tu cara en medio de la superficie metálica. Y la verdad que como espejo deja mucho que desear. Es inevitable, sin embargo, que en esa cara puedas ver más que una cara porque lo que ves en el reflejo es el trabajo del tiempo: los dientes que perdiste o vas a perder por negligencia y detrás vos mismo sufriendo echado en la cama por miedo a las reconvenciones del dentista; la cicatriz en la ceja y la noche de la primera gran discusión con quien ya no es más tu amigo, conteniendo la sangre con un pañuelo de papel; el marco despintado de los anteojos y la tarde de lluvia en que perdiste los otros, cuando te agarró la tormenta sólo por quedarte a ver pasar a una chica que finalmente no fue nada. Entonces te das cuenta de que dos cosas animan lo que ves en el reflejo. Por un lado vos que, ya sabemos, estás encerrado en un ascensor y vas a llegar tarde. Por el otro la cobardía, que no perdona, y fue una cita sin hacer con el dentista, los golpes de un amigo del que no te defendiste, la chica a la que nunca le dijiste nada. Así que caminar dentro de un ascensor no te lleva a ningún lado, a lo sumo te permite encontrarte a vos mismo y al pasado que te atraviesa.
            Te preguntás si en una situación como esta esperar es hacer algo y sabés al instante que la pregunta pertinente es otra, que la diferencia está en que la espera sea o no voluntaria, que en un caso hay decisiones y consecuencias y en otro lo fatídico, que no es lo mismo esperar por algo que no depende de uno que postergar la ejecución de un acto cuyos resultados provendrán no menos de la acción que de su demora. Y si tu situación es la condena porque no elegiste esta espera y querrías, en cambio, estar en el colectivo, la ventana abierta y el viento fresco de la velocidad en tu cara, también es una liberación porque no sos responsable de que se haya trabado el ascensor, no fuiste vos el que atoró la máquina del mundo, tu cuerpo ya no obedece la ley de gravedad de la responsabilidad, estás flotando libre de toda obligación en el cielo de lo abstracto, porque si lo que te está pasando no te tuvo como causa, entonces nada de esto te necesita, alguien más podría ahora estar atrapado entre dos pisos en el ascensor, vos podrías no estar viviendo ahora tus circunstancias. Todo esto pensás y pensarlo te hace liviano lo pesado.

EL VIENTO ANOCHE


Anoche
Cerramos las ventanas
Porque el viento soplaba
Como un fantasma

Al ulular del viento
Al cerrarlas
No le siguió
Aunque esperada
La calma

Elemental y antiguo
Soplaba
Pero no
Con la furia insensata
Que en un primer momento
Yo pensaba

Decía
"Estos son mis dominios
Y volveré por ellos
Mañana"

El hombre
Que levanta torres
Y casas

El hombre
Que las altas montañas
Escala

El hombre
Pequeño y solitario
Oye que el viento habla

Que dice
"Estos son mis dominios
Y volveré por ellos
Mañana"

El viento dice
En su lenguaje elemental y antiguo
Palabras

Y el hombre
Sabe que el viento habla
De algo que el mismo hombre lleva dentro:
Su propia nada

Oye que el viento dice
Que si hay alguna tierra asegurada
Es la pena del alma

El fantasma
Es tiempo vuelto espacio
(¿Qué más es ese espíritu 
Aferrado a una casa?)

Tal vez
Estas son solo fantasías
Ideas erradas
Cosas en que mi mente
Llevada por el viento en su vaivén
Juega y trabaja

Tal vez
Nomás
Anoche
Cerramos las ventanas
Porque el viento soplaba y ululaba
Como un fantasma

jueves, 12 de julio de 2012