jueves, 12 de julio de 2012

lunes, 4 de junio de 2012

EL GATO DE SCHRÖDINGER

puedo afirmar que no?
que tu piel y mi piel y su piel
que tu aliento y mi aliento y su aliento
que el placer
que nuestros cuerpos
puedo pensar que no?
que nunca?
sabiendo sobre todo que lo que acontece
depende de lo frágil, de lo efímero
de lo cambiante
que el mañana que deja ver el hoy
y el que será
mantienen una cópula de sombras
y si tu cuerpo y mi cuerpo y su cuerpo
si todo eso
nace de esa substancia inestable
puedo decir que no será lo que no fue?
qué podemos saber hoy de todo eso?
si esa palabra que falta ahora
si esa pregunta que no se hizo
si esa respuesta
qué?
lo que hay ahora
es esa cama en la que no sabemos
y lo que parecía alguna vez
y el silencio y la sombra
porque no sé lo que siente tu piel
ni lo que ven tus ojos
ni qué pensás antes del sueño
ni qué te corta la respiración
nada cierto ahora
ni la decepción
ni el goce
apenas esto:
el gato de schrödinger
y la caja cerrada

viernes, 18 de mayo de 2012

UNA VEZ CONOCÍ A UN HOMBRE

Hay escritores y escritores
Hay restoranes y restoranes
Hay escritores que son como los restoranes
Con cocina a la vista
Y escritores que no
Pero el trabajo de los cocineros en la trastienda es
Considerablemente más entretenido

Este hombre no mostraba su cocina
Lo que no significa
Que no pasara mucho tiempo en ella
Simplemente
No era un agrimensor de su poesía
No rompía los juguetes
Para mostrar a otros o a sí mismo los resortes
Le interesaban más las preguntas
Por usar una palabra que es casi un insulto
Filosóficas

Y yo conocí a este hombre una vez
Reía sabiendo
Que la risa encierra una verdad que no pide permiso
No hubiese sido justo
Que la muerte lo emboscara
Haciendo o deshaciendo las valijas
Sólo podía morir así
En el camino

viernes, 4 de mayo de 2012

RUIDOS


Descripta más o menos directamente la situación es la que sigue. La puerta que da privacidad al inodoro me separa del único interruptor que activa la luz de todo el baño de hombres de la oficina. Quedo entonces a merced de que quien entre a usar el mingitorio o el lavatorio apague la luz por costumbre al salir, dejándome sin querer a oscuras.  Hacerse notar se vuelve en ese contexto una necesidad. Sin embargo, no articulo en ese momento palabra alguna. Para comunicarme con quien está del otro lado de la puerta echo mano del desodorante de ambiente o del rollo de papel, o de cualquier otro objeto que a través del ruido que logre hacer con él me baste para transmitir mi mensaje, que es siempre el mismo: estoy acá adentro, no apagues la luz al salir. La razón por la cual uno prefiere realizar esas maniobras que tienen algo de ridículo y de patético en vez de apelar lisa y llanamente a la propia voz es el pudor. Una versión indirecta del pudor, donde lo que se oculta no es, como en otras situaciones, lo íntimo, o no solamente eso al menos.  Es el pudor que lleva a ocultar la identidad que la articulación de la voz delataría. El mismo pudor de quienes suben a Internet videos que exponen su sexualidad a la vez que ocultan cuidadosamente su cara. Algo me hace pensar que este pudor opera en otros ámbitos que también son íntimos aunque no sean fáciles de localizar anatómicamente. Que también la voz o la expresión directa son determinadas veces una forma de delatarse, de ponerse en evidencia cuando se trata de los sentimientos, esos mismos que la televisión mercantiliza con facilidad. Que hay una intimidad de los sentimientos que esas veces el pudor nos impide decir lisa y llanamente, y echamos mano de rodeos y señales y ruidos.

jueves, 19 de abril de 2012

DEMONIOS Y CEREMONIOS

Hay, a grandes rasgos, dos tipos de personas: demonios y ceremonios. No se trata aquí de posiciones existenciales ni de la propiedad de los medios de producción, es algo más sencillo. A modo de definición podríamos decir que, mientras que el ceremonio tipo, para ir de A a D, necesita atravesar primero B y C, el demonio tipo va a los saltos. Dos músicos tienen que reunirse en el estudio de grabación para grabar juntos. El primero llega un par de horas antes, estudia lo que va a ser objeto de grabación, se concentra en el trabajo. El otro llega un poco tarde, con alguna copa de más, listo para grabar. Son dos ejemplos claros de ceremonio y demonio, respectivamente. Claro que la riqueza de la posibilidad humana es vasta e irreductible a fórmulas binarias y la realidad ofrece matices, grados intermedios. Hay demonios con algo de ceremonio y ceremonios con algo de demonio, hay ceremonios que se quieren demonios y demonios que se quieren ceremonios, hay demonios y ceremonios que no responden adecuadamente a su naturaleza y un largo etcétera. Eso y que ninguna conclusión o aplicación significativa se pueda derivar todavía no deben disuadirnos, sin embargo, de preservar la distinción.

miércoles, 18 de abril de 2012

DOS ESCENAS

Una es una escena de una telenovela brasilera. Dos sicarios deben terminar con el líder del Movimiento Sin Tierra. Llegado el momento le dan alcance, el hombre no tiene escapatoria, ellos van a caballo y él a pie. En una de las calles internas de una plantación, o quizás un surco o una zanja, el hombre cae al suelo. Los asesinos lo observan desde arriba de los caballos. El hombre, a su vez, los mira desolado, sus ojos claros abiertos a lo irremediable. Nada se interpone entre el hombre indefenso y los disparos. Los jinetes obtienen la sangre y la muerte que han ido a buscar.
La otra escena es de una película estadounidense. Dos hombres violan a una mujer y le advierten que van a matarla si los denuncia con la policía. Ella no se deja amedrentar y hace la denuncia. Ellos se enteran, van a buscarla y la asesinan. Aquí el paisaje es suburbano y no rural, nadie anda a caballo, no hay una mirada desgarradora que se grabe en la memoria. Y sin embargo, frente a dos extremos posibles (la súbita bala que atraviesa absurdamente una cabeza en el nihilismo de la impunidad o la urgencia de la pura acción; la muerte digna del que aunque siente la vida yéndosele del cuerpo sabe cumplida su tarea y se enorgullece del sacrificio realizado), las dos escenas plantean la misma inquietud, que no es absurdo ni heroísmo trágico: la brutalidad incómoda del crimen sin escollos, la trayectoria recta de lo excecrable.

viernes, 13 de abril de 2012

GRISES


El momento en que el arte olvida sus orígenes artesanos para investirse de cierto prejuicio aristocrático. El albatros de Baudelaire en medio de ese olvido, con toda la señoría de saberse majestuoso en el aire y torpe sobre la cubierta del barco, porque esa torpeza del abajo no hace sino confirmar y mantener la pureza majestuosa del arriba. Ese momento, decía, ese olvido, ese albatros, y preguntarme si la necesidad de lo que los libros llaman “experiencia estética” golpea la puerta de todos, o si hay por el contrario un nuevo olvido, menos severo que el otro, o quizá más, y que genera grises.

martes, 27 de marzo de 2012

TUS OJOS

Tus ojos son una provincia del misterio,
famosa por sus flores y sus amaneceres,
anhelada por peregrinos que imploran la certeza
de que la vida sigue a pesar de todo.
En el centro del cielo estrellado están tus ojos,
cernidos sobre las víctimas del naufragio,
guiando la supervivencia hacia la vida.
Y yo, que apenas sé del mar,
me siento, sin embargo,
capaz de deshacer el tiempo y la distancia
tan sólo para verlos y ser visto

por vos.

NO SEPAS

Mis ojos no los mires
Hay lo que dicen y no quiero que lo sepas
Más allá hay la vida verdadera, el mundo para que te distraigas
El tumulto de la sangre
La solidez del sufrimiento
Más allá los amaneceres y las mariposas
Los colores del arcoiris
Las nubes descubriendo el cielo cielo
Te doy todo eso
Todo
De veras todo
Pero mis ojos no los mires
No quiero que lo sepas

lunes, 26 de marzo de 2012

PERRO SOLO

Insiste su jadeo blanco. Insiste
también la lluvia, gota sobre gota.
La sangre, tibia, lenta y firme brota
del cuerpo que tirita y que resiste.

Los ojos: quietos: ímpetu que embiste
profundo pero débil la remota
paciencia de la noche que lo azota.
Espera, malheridamente triste.

Pero cuando las manos de quien pasa
lo quieren ayudar luce orgulloso
colmillos y gruñidos, su armadura.

Sola otra vez la calle en que fracasa
su espera, su jadeo tembloroso
late en la arrepentida dentadura.

viernes, 23 de marzo de 2012

CHAT


No sé si nombrar la última porción de las horas muertas de la tarde, o esa escena de los dos bajo los escritorios que imaginaba y nunca sucederá, o el cielo aborrascado en la ventana. Mi estado del Skype decía “La revolución quedó en venir, pero con la hora que es y lo feo que está el tiempo…” y se lo hice notar. Creo que fue entonces que ella me preguntó qué día de la semana era para mí el mejor para la revolución. Yo le dije que el viernes. No sospechaba lo que me diría al rato, que la gente suele mencionar el día de la semana en que nació como el mejor para algo grande, para un evento importante de veras, y que justamente un viernes me tocó nacer. Lo dije convencido de que el viernes tiene esa cosa de final, de límite, y es a la vez alegre. Después le señalé de dónde creía que me venía la imagen. Fue porque recordé un poema de Beckett:

imagina si esto
si un día esto
un día feliz
imagina
si un día
un día feliz esto
se acabara
imagina

Todo eso me hizo acordar, y se lo dije también, a lo que Pablo Díaz decía en una entrevista. Esa escena en la que él salía con un compañero, quizás uno de los que no tuvo como él la fortuna de sobrevivir a la Noche de los lápices, de la villa de emergencia en la que daban clases de apoyo. Esa escena en la que el otro se volvía hacia él y le decía llorando “cuándo, cuándo vamos a poder cambiar todo esto”. Yo le hablaba a ella de esa anécdota, de ese sentimiento de que la responsabilidad por lo que al otro le pasa se había perdido. Ella me detuvo con mis palabras. “¿Te parece hablar de estas cosas con la hora que es y lo feo que está el tiempo?”

martes, 6 de marzo de 2012

DÍA DE SEMANA

Es como un frío. Leve pero persistente. Llega cuando no estás, cuando no estoy, cuando no estamos. Frente a esta computadora en la que trabajo, frente a tu ausencia del otro lado para decírtelo. Y ya no sé si toda la ternura que me desborda en ese rato te la daría de tenerte conmigo. Si esas ganas de acariciarte y abrazarte, de borrar la distancia entre nuestros cuerpos, persistirían si en ese mismo instante alguna magia me llevara a tu lado, a la intimidad de lo solamente nuestro. Porque ese "si" es de la imaginación, no de esta realidad de mis manos al teclado y mis ojos en el monitor, de esta especie de frío que se disolverá en la rutina y la distracción del trabajo, de estas horas que me llevarán a un colectivo que me llevará a casa, donde el peso de las horas pasadas torcerá mis reacciones, y el deseo de tranquilidad y el capricho de una realidad que me desconozca soterrarán al amor, lo recubrirán de fastidio y de reproche, y una invisible lucha devolverá el sentido a esas últimas horas de vigilia, para que no se hundan en el barro de la discusión y el disgusto, nos enorgullezca la meta alcanzada cada día y reconozcamos a los que fuimos el primer día en los que somos hoy.