martes, 8 de marzo de 2011

ESCENA (LAMENTABLEMENTE) COTIDIANA

El hombre se puso de pie con el sombrero en la mano y mientras lo miró trató de aliñar un poco la superficie de su humilde traje. Lo frotó con la manga para ver si la huella de la suela del zapato -suela exclusiva de zapatos muy costosos- podía borrarse o por lo menos disimularse un poco. Supo que no. Y mientras procuraba, entre perplejo y triste, cubrirse la cabeza con ese sombrero que una inconfundible pisada insultaba en la parte del ala y el comienzo de la copa que debían usarse hacia delante, oyó que el hombre de ropas impecables se volvía para decirle:
-No se preocupe, si agacha la cabeza nadie notará la huella.

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