sábado, 7 de junio de 2014

P...


Sabe que ese tejido que deshace de noche es la materia del olvido. Que la vuelta al ovillo es la anulación del tiempo, más allá de la respiración cercana del niño que crece con la espera. Para dormir ella precisa recorrer la habitación, tantear casi cada objeto. Como si la distancia fuera también un tejido, y antes de que el día vuelva a nacer y sus manos a la labor el tiempo ya hubiese pasado, deshecho entre sus dedos, y allí estuviese Odiseo, por fin.

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