lunes, 11 de abril de 2011

DE LA MUJER QUE SONRÍE

De la mujer que sonríe brota una luz. Es un destello claro que se esparce primero por la cara y luego, casi al instante, va más allá. Toca el ilumina todo lo que rodea a la sonrisa y a la mujer que sonríe. Como si hasta ese momento las cosas hubieran estado cubiertas por un velo y ahora, a partir de ese brillo, se mostraran tal como son y cobraran un sentido repentino, distinto del acostumbrado. Si uno tiene que ver con esa sonrisa, si las cosas que uno es o hace o fue o hizo desencadenaron esa luz, se siente que sí, que se puede, que aún bajo la más profunda sombra hubo un camino, como si el alma pudiera volver hacia atrás y reconocer, en la huella de cada paso que parecía dado en falso, una pisada firme en la dirección correcta, y aunque esa sonrisa casi no dure ya no importa, porque uno sabe que ha soñado despierto, y que ha sido un sueño hermoso, hermoso, de veras.

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