miércoles, 27 de abril de 2011

CONSECUENCIA

Lo supe del otro lado de la puerta por el ruido que hacía con el manojo de llaves. Como había alcanzado el sillón cuando la puerta comenzó a abrirse, me senté. Mientras la puerta se abría lo vi mirándome fijo, viéndome sentada en el living y supe, más que nada por el hecho de que pudiera verme, que me adivinaba acostada en mi cama pocos minutos antes.
Tenía la cara que siempre ponía para excusarse por sus llegadas de madrugada, habló sabiendo que sus palabras no borrarían ni mis lágrimas ni mi enojo.
-Hubiese querido volver antes -me dijo-. Pasaron cosas.
-Ni me hables -le contesté, y el dolor de mi voz le hizo saber que, ahora que él era el único que seguía conmigo, la situación no permitía lujos como el de la salida de esa noche-. Tendrías que haber estado conmigo cuando la policía llamó por teléfono hace unas horas. Ni siquiera llegaste para acompañarme a reconocer tu cuerpo.
-Tenés razón -me contestó-. Pero ya estoy acá, porque lo quisiste así, lo que me pasó a mí no tiene nada que ver con esto. La decisión fue tuya. Por eso vine a buscarte. Vámonos así nomás, no quieras llevarte nada, no mires atrás siquiera, todo esto que nos rodea ya no nos pertenece y, además, adonde vamos no necesitaríamos nada. No te preocupes por lo que queda en la casa, en tu cama, ya va a haber quien se ocupe de lo que dejamos.
-Está bien. Vámonos, hijo -le dije, y nos fuimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario